El 8 de diciembre del 2018 fue la fiesta de 15 años de una de mis sobrinas en Javillos, San Carlos.

Yo había tenido clases ese día, por lo que mi familia se fue en la mañana y llegué en la noche a la actividad en mi moto. Me quité el traje de la moto y me puse una camisa que andaba en el carro, guardé mi jacket y amarré el casco a la moto, por costumbre.

Mi carro estaba en el parqueo de adentro del lugar, rodeado de otros carros así que sentí que todo estaba seguro y bajo control, además era una fiesta familiar, rodeado de mucha gente, la gran mayoría conocidos. No vi ningún guarda en el parqueo, pero todo se veía seguro, además, en mi mente, en mi tierra San Carlos todo es más tranquilo.

Cuando le voy a dar un regalo en efectivo a mi sobrina, me percaté que había dejado mi billetera en la jacket de la moto, por lo que fui al carro a buscarla, habían pasado si acaso 15 minutos desde que la había guardado, así que volví al vehículo y para mi sorpresa, ¡la jacket no estaba!

Revisé el carro y me di cuenta que, justo en el momento en que había ingresado al salón, le habían quebrado una ventana al carro, y se llevaron todo lo que había en él, por supuesto que mi jacket y billetera iban en la colada, así como lentes oscuros, entre otras cosas.

La situación fue todo un caos y todos en la fiesta salieron a ver que pasaba y no podían creer lo que había pasado frente a nuestras narices sin que nadie viera nada. Claro, los tipos que hicieron esto eran profesionales, ya que ni la alarma del carro activaron e hicieron el atraco en cuestión minutos.

El administrador del lugar y su esposa estaban consternados por lo sucedido y me dijeron que no me preocupara, que ellos iban a cubrir con los gastos. Los días siguientes siguió el calvario, ya que tuve que cerrar tarjetas, reponer documentos, ir a la policía, en fin, todo lo que toca después de que eres víctima de un acto como este.

Para no extenderme más, cuando les pasé a los administradores la factura de lo que costaban las cosas que me habían robado en su negocio y el arreglo de la ventana, simplemente se negaron a pagar. Intenté por varios meses de llegar a un arreglo de pago con ellos y nada. Para colmos, intenté acercarme a varios abogados para ver qué podía hacer, pero a ninguno le interesó llevar un caso de un “monto tan bajo” (para ellos). Así que se pueden imaginar mi frustración y angustia desde ese día. No podía creer que unos comerciantes de la zona no se hicieran responsable por los daños ocasionados en su propiedad, en un evento de ellos y lo impotente que estaba yo en toda esta situación. Mi sentimiento de víctima era total y no podía ni si quiera pensar en la situación ya que me deprimía de inmediato. Tanto así que duré un año para poder ver la situación distinta y escribir esto en mi muro.

Así que, hasta aquí, tenemos una historia de víctima que sufrió un robo donde nadie se hizo responsable, a lo mejor les ha pasado y saben lo que se siente y muchos se podrían solidarizar con mi situación (gracias si lo hacen). Sin embargo, que no es ese el mensaje que quiero dejar, sino de como me sobrepuse a la situación y pasé de víctima, a tener una perspectiva mucho más amplia, y de este modo, intentar sacar algo positivo de todo esto, y así ayudar a alguien más que ha pasado por una situación similar. Así que, si quieres ver lo que hice para sobreponerme sigue leyendo, por favor.

En la actualidad, trabajo desarrollando equipos de alto desempeño y ayudando a personas a alcanzar su siguiente nivel de realización en la vida. Y luego de unos meses de estar en este embrollo mental con este incidente, me decidí a ponerle un alto y aplicar todo lo que he aprendido y que enseño hoy en día.

Para empezar, el estar en una situación de víctima es el nivel de actitud más bajo en el que uno se puede encontrar, ya que te desempodera totalmente, es decir, no puedes hacer nada al respecto (al menos eso crees) y es de lo peor, es como querer conducir un carro pero sentado en el asiento del copiloto. La técnica que apliqué para no hundirme más fue la de AUTO TRANQUILIZARME, o sea tratarme como mi mejor amigo. Es decir, en vez de decirme cosas negativas y seguir cavando hondo, te dices aquellas cosas que le dirías a tu mejor amigo. Así que empecé a decirme cosas como “es normal que te sientas mal al respecto, cualquiera en tu lugar estaría triste, además yo sé lo que querías esa jacket y lo mucho que te había costado.” Esto no soluciona la situación, pero al menos te da consuelo y evita que te sientas cada vez peor.

Lo segundo que hice, fue ENOJARME, si eso, enojarme. No siempre enojarse es malo, y te empodera más que estar en modo víctima. Entonces me decía cosas como “esa gente me las va a pagar, van a ver quién soy, iré con abogados y tengo todas las de ganar (que inocente yo).” Cuando te pones en modo pelear, ya empiezas a tomar control de la situación y sientes un alivio de solo pensar que puedes hacer algo al respecto, es decir, al menos vas sentado ahora sí en el asiento del conductor. (conste que no soy psicólogo y no pretendo que sigan mi receta, solo la comparto por si te sirve de algo). Pero momento, este paso por el enojo debe ser breve, ya que sigue siendo una actitud que no produce resultados positivos, o lo que produce tiene un efecto a muy corto plazo.

Por eso, cuanto antes, pasé a mi tercera técnica para seguir subiendo mi nivel de actitud (o de energía) al respecto, que fue comenzar a TOMAR RESONSABILIDAD y razonar. (Debo decir que por cada uno de los niveles que pasé fueron asuntos de días y algunos de semanas). Cuando razonas, puedes poner tus creencias y conocimiento al servicio de la situación, por lo que me dije “si uno crea su propia realidad, ¿cómo fue que atraje semejante robo?”. Y empecé a recordar lo que me preocupaba constantemente que algo le pasara a esa jacket o que me la robaran. Sabía que era un objeto de mucho valor (para mí al menos) y no soportaba pensar si quiera que algo le llegara a pasar y ¡voalá! Me pasó justo lo que temía. Así funciona el Universo, te da más de lo que te estás enfocando, sea que te enfoques en algo bueno o en algo malo (dejaré este tema para otro día ya que no quiero extenderme demasiado, pero cualquier pregunta estoy a la orden).

En mi razonamiento, también caí en razón de que estaba dimensionando de más algunas cosas materiales, a veces sobrevaloradas en mi mente. Así que pasé a una técnica aún más poderosa que es la LISTA DE ASPECTOS POSITIVOS y empecé a ver que tenía razones para dar gracias. Así que, por primera vez, empecé a pensar en que, gracias a Dios (o a la vida, el Universo o en lo que sea que crees), nadie salió herido con esa situación, ¿qué tal si hubiera estado alguna de mis hijas cerca cuando eso ocurría o alguien más. Agradecí también que el daño fuera solo material y que, más adelante, pude reponer algunas de las cosas robadas, por lo que agradecí por la abundancia, la salud, y sobre todo, la capacidad de seguir adelante y no lamentarme más de lo sucedido. Además, por la oportunidad que esto significaba de poner en contexto aquellas cosas materiales, que solo son cosas, y que no deben esclavizarme de más, ya que se pueden reponer tarde o temprano, pero no es una parte de tu cuerpo o un daño a un ser querido, ¿cuántas veces no salimos por miedo a que nos roben algo en casa, o no usamos aquel reloj, o lo que sea de valor, por temor a un daño? ¿Tenemos cosas, o las cosas nos tienen a nosotros?

Por último, dije, ¿y cómo le saco más provecho a esto? Y aquí estoy, compartiendo mi historia que espero le sirva a alguien más de algo, a lo alguien se puede beneficiar de esta experiencia y a lo mejor le ayuda en algún asunto. Así que aquí va uno de mis mantras de vida favoritos que es LAS COSAS SIEMPRE FUNCIONAN A MI FAVOR. Así que algo te quiere enseñar la vida con cada experiencia que te pasa, pero tienes que verla desde el punto de vista correcto. Si lo vez como “pobrecito yo, otra calamidad más para mi colección” te será muy difícil superarlo, pero si lo vez como una lección de vida, irás llenando tu libro personal de nuevas experiencias y oportunidades para crecer, y lo mejor de todo, te harás cada vez más fuerte, más listo, más resiliente y lo más importante, ¡MÁS FELIZ!

Saludos, Rodolfo