Quedé fascinado cuando por casualidad descubrí que Respeto proviene del término latín Respicere, que significa “la voluntad o disposición de volver a mirar“. Pasé muchos días tratando de poner en palabras lo que mi corazón me indicaba que era el secreto de aquella frase.
Finalmente, recordé muchas ocasiones en que tomamos una posición inflexible creyendo ser dueños de la verdad absoluta, y arremetemos contra los demás como único medio de alimentar nuestro ego y afianzarnos una falsa seguridad interior, sin la menor intención de evaluar la posibilidad de ser nosotros quienes estamos equivocados. Mi creencia es mejor que la tuya. Yo estoy en lo correcto y tú estás equivocado. Mi fé tiene más sentido que la tuya. Mis pensamientos valen y los tuyos no. Mi punto de vista, el de mi familia y el de mi sociedad son superiores a los tuyos, los de tu familia y los de tu sociedad. Mi tradición es la que cuenta, no la tuya. Lo que tú crees es una locura. Eso tuyo es malo. Cambia tú. Pierde tú. Muere tú.
¿Cuántas veces estamos tan convencidos de lo que creemos que no nos damos una oportunidad para evaluar el punto de vista de otras personas? ¿Cuántas veces sacamos nuestros mejores juicios para tomar partido contra alguien sin conocer todos los hechos? Nuestro ego crea todo tipo de limitaciones mentales y emocionales que nos impiden volver a mirar, escondiendo la humildad y compasión hacia los demás que tenemos dentro por naturaleza.
Al no tener respeto por los demás únicamente gritamos al mundo que tenemos un ego tan grande que nos ciega, y no solo no podemos volver a mirar, sino que sin importar hacia donde miremos solo desearemos vernos a nosotros mismos, ya no que tenemos la capacidad de apreciar nada más.
Publicado originalmente por Ricardo J en el blog “Libre Al Fin” el 17 de Junio del 2005.