Recientemente tuve un “momento ajá”, relacionado al Pensamiento Estratégico, que quería compartirles:
No puedes ser estratégico/a actuando en piloto automático. Sencillamente no hay cómo.
Queremos ser estratégicos/as porque es la manera de asegurarnos que al largo plazo vamos a maximizar nuestros logros y resultados. De lo contrario podemos ir por la vida “ganando” batallas, pero perdiendo la guerra.
La misma palabra “estrategia” implica ver más allá, pensar más al largo plazo, muchas veces sacrificando o “des-priorizando” otras cosas que al corto plazo podrían parecer importantes.
El pensamiento estratégico requiere decisiones conscientes.
Una decisión consciente es aquella que tomamos sin apegos, usando pensamiento crítico, de manera objetiva y sin que “nuestro historial de vida” nos nuble el juicio. Es una decisión tomada libremente en el momento, inteligentemente, con conocimiento y aceptación de las posibles consecuencias.
No basta hacer un análisis superficial para llamar a una decisión “consciente”. Dedicarle “un momento a pensarlo bien” podría no ser suficiente, ya que frecuentemente estamos bajo la influencia inconsciente de experiencias pasadas, así como de sesgos o distorciones cognitivas.
Tomar decisiones conscientes requiere introspección, conocernos a nosotros/as mismos/as, conocer nuestros sesgos mentales, nuestros botones, nuestras necesidades emocionales, y poder desapegarnos de nuestras expectativas para hacer un análisis lo más objetivo posible.
El problema con el piloto automático:
Por eso cuando actuamos o reaccionamos de golpe (lo que llamamos piloto automático), a pesar de que ESTEMOS EN NUESTRO DERECHO de hacerlo, estamos lejos de ser estratégicos, es más nuestro instinto de defensa/ataque actuando, por lo general para lograr algún impacto al corto plazo y ganar una batalla.
Muchas personas se centran en justificar que tenían derecho a actuar o sentirse así. Todo bien, pero ese no es el punto aquí, ya que uno de los temas con las reacciones de golpe es que pueden tener daños colaterales, consecuencias no deseadas de nuestro actuar.
Por lo tanto, nos debemos preguntar: ¿era NECESARIO actuar así? Quizás si, quizás no. Quizás había otra forma de actuar igual de efectiva, pero que no tuviera esos daños colaterales u otras consecuencias no deseadas.
Además, una acción que está en nuestro derecho y que era necesaria, tampoco es garantía de que sea ESTRATÉGICA.
La estrategia requiere tomar en cuenta no solo la meta que tenemos a la mano, sino ojalá todas nuestras metas (y valores) en un contexto mucho mayor en el tiempo, así como el efecto dominó que nuestras acciones tendrán en uno, en nosotros, y en todos nosotros (como decía Wilber) y su impacto sobre dichas metas.
Tomar decisiones conscientes y ser estratégico/a puede no ser sencillo, pero tampoco es imposible. Es algo que podemos aprender con práctica consistente, y los resultados son una vida con mayor satisfacción. El análisis constante de nuestras acciones es una forma de darnos cuenta cómo vamos, y ver si estamos mejorando día con día.
Por eso te dejo acá un resumen de lo que puedes preguntarte para evaluar alguna de tus acciones expandiendo gradualmente tu análisis:
- ¿Estaba en mi derecho de actuar así?
- ¿Era necesario actuar de esa manera? / ¿Pude haber actuado de otra manera igual o más efectiva, sin los efectos colaterales?
- ¿Fue estratégica esta acción? / ¿Esta era la opción que me dará los mejores resultados al largo plazo?
Tus respuestas a estas preguntas te ayudarán a descifrar qué tanto fue una decisión consciente dicha acción, y cómo quisieras mejorar la próxima vez ante la misma situación.
Ojalá esto te sirva para ser #CadaDiaMejor